Hasta ahora no se ha podido explicar, con exactitud, el origen, la naturaleza y el mecanismo de los sueños, la cuestión se sigue investigando desde todos los puntos de vista. Lo único que se puede decir con certeza es que los sueños no dependen de nuestra voluntad; aparecen y desaparecen de manera arbitraria, y utilizan tanto datos reales como inverosímiles y fantásticos:
• Los expertos se atienen a la posibilidad de que los sueños tengan sus raíces en nuestro pasado, en hechos o sucesos que hemos olvidado y que nuestra mente registró sin darnos cuenta.
• Los que investigan el mundo de los sueños, sostienen que, tal vez, durante el día nos ocurra algún suceso semejante a otro que hemos olvidado, o bien que veamos un rostro, un objeto, que oigamos una voz o un sonido que hagan saltar un resorte que ponga en movimiento ese misterioso archivo que es nuestra memoria.
• Y he aquí que, durante el sueño, esas impresiones lejanas, olvidadas o inconscientes, vuelven a nuestra mente y asistimos así a la proyección de esas extrañas películas cinematográficas, unas veces maravillosas, otras grotescas y, en ocasiones, también decididamente aterradoras, que, al despertar, recordamos haber visto, aunque con frecuencia simplemente las olvidamos por completo y es como si no hubiéramos soñado.
• De un 20 al 25% de su tiempo de dormir, el ser humano lo emplea en soñar. El niño recién nacido, sueña mucho más que el adulto, ya que emplea en soñar del 40 al 50% del tiempo que está dormido.
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