La vitamina C es un nutriente que nunca debe faltar en nuestra alimentación diaria, pues ella interviene en el mantenimiento de los huesos, dientes y vasos sanguíneos debido a su capacidad para almacenar colágeno. También ayuda en la cicatrización de heridas y favorece la absorción de hierro, así como la eliminación de radicales libres. De igual forma, da resistencia contra las infecciones, actúa como antioxidante y es antiescorbútica.
Pero, nunca es bueno tomarla en exceso, ni tampoco que falte. Ambos extremos ocasionan problemas en la salud.
¿Qué produce la carencia de la vitamina C?
- Puede causar escorbuto, caracterizado por debilidad, anemia, encías sangrantes y dientes flojos.
- Las heridas tardan más en sanar.
- Resequedad en la piel.
- Hemorragias nasales.
- Sistema inmunológico débil.
- Dolor en las articulaciones.
- También ante la carencia de vitamina C se presenta el envejecimiento prematuro.
Cuando hay un exceso de vitamina C ¿cómo se manifiesta en el organismo?
Exceso de vitamina C:
- Causa alteraciones gastrointestinales como diarrea y dolor estomacal.
- También puede ocasionar ataques agudos de gota.
- Asimismo, puede ocasionar formación de piedras de ácido úrico, ardor al orinar e irritaciones en la piel.
Una persona adulta necesita 500 mg de vitamina C al día. Esta vitamina se encuentra en:
- En frutas cítricas como naranja, toronja, limón, mandarina, fresas, kiwi, piña, lima, así como en durazno, guayaba, papaya, melón, aguacate, sandia…
- En verduras como brócoli, coles, repollo, espinaca, acelgas, huazontles, berros, pimientos verdes, rábanos, tomate, pápalo, papa…